Llega la madrugada siempre a sonsacarme, tan llena de soledad me incita a leer poesía,
que hambre, justo en la madrugada cuando ya no habita nada,
pero nunca llega sola la canija, vienen palabras, sentimientos y recuerdos, la poesía que fue para él.
La poesía se hizo para comerse a diario, como ese dulce pecado que se hace a escondidas, donde solo es para dos, donde el amor está.
La poesía alimenta el alma, da color a los días, sentido a las palabras y hermosura a la tragedia,
da vida al moribundo, caricias al solitario y amor a los amorosos para que sigan luchando por el amor.
La madrugada se va y me deja hambriada de poesía, podría alimentarme también al medio día, al atardecer y nuevamente en la madrugada, pero decido de vez en cuando escribir mi propia poesía, alimentar mi alma y almas ajenas, cantando mi fortuna y mi desgracia, desbordando amor y desamor.
Esta madrugada le escribo a él, le dedico mi amor que posiblemente en la mañana sea desamor.
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